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P. En la Biblia aparece con frecuencia el nombre

R.

División del reino de Israel


Para conocer acerca de Samaria, primero echemos un vistazo a la historia del reino de Israel. El primer rey de Israel fue Saúl. Sin embargo, como Saúl desobedeció a Dios, el trono fue quitado de él y entregado a David. A la edad de treinta años, David llegó a ser rey de Israel y siguió a Dios con todo su corazón; él amaba la ley de Dios y la observaba diligentemente. Además, se esforzó en edificar el templo para el arca del pacto, y de esta manera agradeció mucho a Dios. Bajo la gracia de Dios, David reinó en Israel cuarenta años (1 S. 15:22-23, 2 S. 5:4, 2 S. 7).

Después de la muerte de David, Salomón llegó a ser rey. Al igual que su padre David, Salomón también se condujo humildemente, por eso Dios le dio sabiduría, honor y riqueza. Incluso fue bendecido para completar la construcción del templo, el cual había sido el ansioso deseo de David. Sin embargo, al pasar el tiempo, Salomón empezó a usar las bendiciones dadas por Dios, para satisfacer sus placeres, y cometió idolatría casándose con mujeres gentiles, y finalmente esto provocó la ira de Dios.

1 R. 11:9-13 “Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová. Y dijo Jehová a Salomón: […] romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo […]”

Después de la muerte de Salomón, su hijo Roboam llegó a ser rey. Luego, como Dios había profetizado, Jeroboam, que era uno de los oficiales de Salomón, se unió a las diez tribus en el norte y llegó a ser rey sobre ellos.

Por ello, el reino de Israel fue dividido en dos reinos separados: Judá al sur, gobernado por Roboam, e Israel al norte, gobernado por Jeroboam. Así fue reducido a un pequeño país de Medio Oriente.

Destrucción de Israel, en el norte


El reino de Israel, en el norte, que estaba formado por diez tribus, era comparativamente más poderoso que el reino de Judá, en el Sur, que estaba compuesto por dos tribus. Sin embargo, Jerusalén, donde estaba el templo de Dios, pertenecía al reino de Judá, en el sur, y esto significaba una desventaja insuperable para Israel. Ya que el pueblo de Israel tenía que ir al sur, a Judá, cada año para celebrar las fiestas solemnes, Jeroboam temía que si su pueblo seguía yendo a Jerusalén, podrían residir allí permanentemente. Entonces, como una manera de fortalecer su poder sobre su pueblo, les hizo caer en idolatría.

1 R. 12:28-30 “Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado; […]”

Después del rey Jeroboam, todos los reyes sirvieron a los ídolos.

Especialmente Acab, hijo de Omri, que tomó por mujer a Jezabel, hija de Etbaal rey de los sidonios, y sirvió a Baal, y lo adoró. Él hizo lo malo, más que todos los que reinaron antes de él (1 R. 16:30-31).

Mientras tanto, el rey Omri, el padre de Acab, hizo un monte situado en el norte de Siquem, la capital de su reino. El nombre de la ciudad que edificó es “Samaria”. En otras palabras, Samaria era la capital del reino de Israel, en el norte (1 R. 16:23-24).

De esta manera, el reino de Israel en el norte, había descuidado las leyes de Dios por mucho tiempo. Entonces, cuando Ezequías rey de Judá envió correos para que el pueblo de Israel comprendiera la pascua (una de las leyes de Dios) y la celebraran, ellos se rieron y se burlaron de los correos.

Como resultado, Israel fue invadido por Salmanasar rey de Asiria y Samaria fue tomada 254 años después de su fundación (2 Cr. 30:1-10).

2 R. 18:9-12 “[…] subió Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la sitió, y la tomaron al cabo de tres años. […] por cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra.”

Los samaritanos eran despreciados


Después de destruir el reino de Israel en el norte, Salmanasar rey de Asiria deportó obligatoriamente al pueblo de Israel a Asiria y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos. Por otro lado, trajo gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim y los puso en las ciudades de Samaria (capital de Israel), por eso ellos habitaron allí. (2 R.17:6, 24).

Aquellos gentiles se casaron con los judíos que permanecieron en Samaria, creando un pueblo de raza mixta. Desde ese momento, los judíos consideraron a los samaritanos como paganos y los despreciaron.

Jn. 4:9 “La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.”

Los judíos incluso llamaron a Jesús “samaritano” para insultarlo.


Jn. 8:48 “Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?”

Sin embargo, Jesús dio su gracia incluso a los samaritanos que eran despreciados. Él enseñó a una mujer samaritana, a quien conoció en una ciudad de Samaria llamada Sicar, donde estaba el pozo de Jacob, quién era la fuente del agua viva. También dio salvación al leproso samaritano, quien fue el único de los diez leprosos que volvió para agradecer a Dios por su gracia de permitirle la sanidad. Y a través de la parábola del buen samaritano, Jesús nos hizo comprender qué personas podrán entrar en el reino de los cielos (Jn. 4:10, Lc. 10:30-37, Lc. 17:11-19).

Prediquen este evangelio en Samaria y hasta lo último de la tierra


>Hch. 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

Jesús mandó a sus discípulos a predicar el evangelio al mundo entero, y mencionó “Samaria”. Con esto quiso decir que permitiría conocer quién era el Salvador incluso a los samaritanos que habían abandonado a Dios y que habían vivido excluidos de la salvación por mucho tiempo. Hoy, nosotros también hemos recibido esta misión. Además, debemos predicar el evangelio hasta lo último de la tierra, yendo valientemente hasta Samaria espiritual, que ha sido considerada como una tierra estéril del evangelio, y proclamando al Espíritu y la Esposa, los Salvadores de esta época, a los samaritanos espirituales.