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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

Nuestro futuro

Todos quieren saber cómo será su futuro. ¿Alguna vez ha pensado cómo se verá o cuánto cambiará en diez años?

Hay un proverbio en Corea: “Hasta los ríos y las montañas cambian en diez años”. Si vemos alrededor, podemos ver cuánto cambio nos ha traído el paso del tiempo; un edifi cio inmenso construido en una zona que antes era una llanura agreste. Es una sorpresa ver lo mucho que han cambiado las montañas y los ríos. ¡Cuánto más sorprendente y maravilloso será ver cómo nos veremos en el futuro, cómo cambiarán nuestras vidas en Dios!


La sabiduría de pensar en el futuro


Un hombre que sirvió como presidente del Banco Mundial, dejó el siguiente mensaje en sus memorias. Un día, convocó a una reunión a los líderes de las 100 mejores compañías del mundo. Él se preguntaba qué clase de mentalidad tendría cada uno de ellos, y les prestó atención, los entrevistó y escuchó sus conversaciones, durante la reunión que duró varios días. Entonces averiguó que todos tenían una cosa en común: ninguno conversaba sobre las cosas que habían atravesado en el pasado, sino acerca de cómo administrarían y guiarían su compañía en el futuro, tanto en el transcurso de la reunión como en los recesos. A través de esta reunión, llegó a la conclusión de que las compañías exitosas siempre pensaban en el futuro y se preparaban para él.

Nosotros también debemos mirar hacia nuestro futuro. Cada séptimo día, vamos a Sion para guardar el Día de Reposo. Sin embargo, no es suficiente para nosotros solo asistir a la iglesia, cantar los cánticos nuevos, orar a Dios y escuchar el sermón. Aparte de esto, necesitamos pensar en qué clase de futuro tendremos, y debemos llevar la vida de la fe con esta mentalidad orientada al futuro.

Un día, cuando Alejandro Magno era un joven príncipe, tuvo una conversación con su maestro, Aristóteles. En ese momento, su maestro le preguntó cómo guiaría su reino cuando se convirtiera en rey. Entonces respondió que conquistaría no solo la región de Grecia sino las demás regiones de Europa. Y cuando su maestro le preguntó qué haría después de conquistar Europa, dijo que conquistaría Asia Menor y África.

“¿Qué harás después de eso?”

Alejandro siguió conversando sobre sus planes de futuras conquistas.

No obstante, como también era un hombre mortal, no pudo dejar de mencionar a la muerte, el fin del hombre. Su última respuesta a las constantes preguntas sobre los planes para el futuro, fue la siguiente:

“Para ese entonces, probablemente esté muerto.”

Las personas sueñan con un mejor futuro y hacen planes de diez o veinte años. Todos tienen metas ambiciosas y corren hacia ellas, pero en el futuro no pueden evitar encontrar su fin: la muerte.

Entonces, ¿cuál será el futuro del pueblo que cree en Dios? Cuando a Alejandro Magno le preguntaron qué haría al final, respondió que solo le esperaría la muerte. Para nosotros, sin embargo, la muerte no es el final.

Aunque hablemos de nuestro futuro en diez, cien o incluso miles de años, nuestra conversación nunca terminará porque tenemos incontables cosas que hacer, y disfrutaremos de una vida interminable. Si la vida es una serie de opciones, realmente hemos hecho la elección más valiosa.


La gloria futura preparada para el pueblo de Dios


Averigüemos qué clase de futuro nos ha prometido Dios, a través de las palabras de la Biblia.

Ap. 22:1-6 『Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

Dios nos ha prometido claramente que reinaremos por los siglos de los siglos en el eterno reino de los cielos donde no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor. Estas son las palabras fieles y verdaderas de Dios. Dios preparó todo para nuestro futuro, y a través de un ángel mostró al apóstol Juan una visión de lo que sucedería pronto.

No obstante, las personas no comprenden lo que está escrito en la Biblia, y solo la consideran como una fábula o un mito que está lejos de la realidad. Esto se debe a que miran la palabra de Dios solo desde un punto de vista limitado, basándose en el conocimiento humano.

A fines de 1960, cuando EE. UU. lanzó la nave espacial Apolo, el mundo estaba emocionado, manifestando que esta hazaña había sido uno de los logros más brillantes de la ciencia. No obstante, mientras los seres humanos lanzaban al espacio una nave espacial o un satélite solo temporalmente en el siglo XX, nuestro Dios ya había colgado la tierra sobre nada incluso 4.500 millones de años antes. Considerando únicamente la tierra, la sabiduría y el conocimiento de Dios anteceden el conocimiento científico del hombre por al menos 4.500 millones de años.

Dios creó el vasto y magnífico universo, sin mencionar la tierraque es solo una pequeña parte de él. Los científicos dicen que nuestra galaxia la Vía Láctea está formada por aproximadamente 200 mil millones de estrellas. Y se estima que hay 200 mil millones de galaxias que contienen 200 mil millones de estrellas en todo el universo. Así, no podemos entender completamente la providencia de Dios quien creó el universo y lo opera. El grandioso Dios reunió todo el conocimiento del más alto nivel, que antecede al del hombre por miles de millones de años, y ha permitido que esté escrito en la Biblia. Ya que Dios nos ha mostrado nuestro futuro a través de las palabras fieles contenidas en la Biblia, ¡qué brillante será nuestro futuro!


Las bendiciones celestiales para los que han recibido a Dios


Para tener ese futuro hermoso y eterno que la Biblia presenta, debemos hacer algo mientras vivamos en este mundo.

Mt. 16:13-19 『Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.』

Jesucristo es Dios que vino a esta tierra en la carne. Dios da las llaves del reino de los cielos a quienes comprenden y reconocen correctamente a Dios que ha venido en la carne. El mundo no reconoce a Dios, pero a los que reciben a Dios, los que creen en su nombre, les da la potestad de ser hechos hijos de Dios.

Jn. 1:1, 10-14 『En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] En el mundo estaba, y el mundo por él fue 23 hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.』

Dios vino a lo suyo, pero los suyos no lo recibieron. Sin embargo, algunos como Pedro lo reconocieron. A esas personas se les dio un hermoso futuro en el cielo de parte de Dios. Los que han encontrado a Dios y permanecen en sus promesas, están edificando un futuro más brillante y seguro que el de cualquiera de este mundo.

Dios ha venido a esta tierra en la carne. En la época del Hijo, Dios vino en la carne, y también en estos últimos días, en la época del Espíritu Santo, Dios ha venido a esta tierra en la carne como el Espíritu y la Esposa. Todos los que reconozcan a Dios en esta época recibirán la potestad de ser hechos hijos de Dios y también las llaves del reino de los cielos. Hemos recibido al Espíritu, Dios Padre, y a la Esposa, Dios Madre. Así que somos verdaderamente bendecidos y nuestro futuro es realmente brillante.


El maravilloso futuro prometido por Dios


La Biblia dice que los que serán salvos en los últimos días son las preciosas primicias que Dios ha reunido en la tierra (Ap. 14:1-5).

Ellos son perfectos ante los ojos de Dios; son el pueblo de Dios que entrará en el cielo después de atravesar el proceso de ser probados y otros procesos requeridos por Dios. Por eso Dios nos ha hecho el real sacerdocio, para que reinemos por los siglos de los siglos.

Cuando atravesemos todo el proceso de ser refinados, iremos al reino de los cielos que Dios ha preparado para nosotros, donde no hay muerte, ni hay llanto, ni clamor, ni dolor, sino que todos los días rebosará el gozo y las bendiciones eternas (Ap. 21:4). Hoy día esta estrella, mañana aquella estrella; un mundo de otra dimensión completamente diferente de lo que imaginamos los humanos, se desplegará ante nosotros.

¿Se preguntan qué les depara su futuro? Si lo hacen, revísenlo en la Biblia. Si llegan a conocer una manera de tener una vida y un futuro mejores que los que se encuentran en la Biblia, pueden escoger esa manera. Sin embargo, en ninguna parte del mundo podrán encontrar un futuro más perfecto y maravilloso que el que Dios nos presenta en la Biblia.

Si llegan a conocer una manera de tener una vida y un futuro mejores que los que se encuentran en la Biblia, pueden escoger esa manera. Sin embargo, en ninguna parte del mundo podrán encontrar un futuro más perfecto y maravilloso que el que Dios nos presenta en la Biblia.

Ni siquiera el futuro de los famosos héroes del mundo es tan brillante como el nuestro. Su futuro acabará con la muerte, pero nuestro futuro terminará con la vida eterna. La vida eterna no puede expresarse ni comprenderse con el lenguaje humano porque nadie la ha experimentado. Dios ha explicado brevemente que ese maravilloso mundo se desplegará ante nosotros: el mundo que ningún ojo ha visto, ni oído ha escuchado, ni ha subido en corazón de hombre. Este brillante futuro nos está esperando. Por eso hoy también estamos corriendo diligentemente hacia el reino de los cielos, honrando a Dios, poniendo en práctica la voluntad de Dios y predicando su palabra hasta lo último de la tierra, ¿verdad?

Nuestros esfuerzos para el evangelio nunca serán en vano (1 Co. 15:58). Pensando en el brillante futuro que se expandirá delante de nosotros, avancemos hacia el futuro. Si creemos que tenemos ese gracioso futuro, no debemos aferrarnos a nuestra vida presente ni estar atados a las cosas dolorosas o tristes de hoy. Necesitamos vivir todos los días de nuestra vida significativa y fielmente. ¿Es propio que abandonemos las cosas físicas de este mundo porque somos el pueblo de Dios? En absoluto. Ya que somos el pueblo de Dios, necesitamos vivir en esta tierra más fielmente y obedecer cada palabra de Dios con reverencia y temor a Dios.


Alumbremos la luz de la gloria de Jerusalén


Veamos qué es lo que Dios nos ha pedido en esta época, para el brillante futuro que se desplegará ante nosotros.

Is. 60:1-3 『Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.』

Isaías 60 alaba la futura gloria de Jerusalén. Lo que tenemos que hacer ahora es alumbrar la luz de la gloria de nuestra Madre, la Jerusalén celestial.

Ahora las tinieblas están cubriendo la tierra, y la oscuridad las naciones, cegando sus ojos. Para expulsar la oscuridad y alejarla de ellos, tenemos que levantarnos y resplandecer la luz. Todavía hay muchas personas en la tierra que viven sin conocer correctamente a Dios. Ya que no conocen a Dios, no pueden creer en Dios, y como no pueden creer en Dios, no pueden recibir la potestad de ser hechos hijos de Dios ni las llaves del reino de los cielos.

Hemos visto la luz verdadera, por eso ahora creemos en la luz. Pero ya que el mundo todavía se encuentra en una profunda oscuridad, hay un gran número de personas que están muriendo espiritualmente sin conocer a Dios Padre y a Dios Madre y la verdad del nuevo pacto enseñada por Dios. Si alumbramos la luz de la gloria de Jerusalén, habrá una distinción entre los que pertenecen a Dios y los que no.

Is. 60:12 『Porque la nación o el reino que no te sirviere perecerá, y del todo será asolado.』

Is. 60:8 『¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas?』

Ya que alumbramos la luz en ellos, pueden venir a Dios. Si están cubiertos por la oscuridad, no podrán distinguir la verdad de la falsedad. Podrán discernir todas las cosas porque hay luz.

Necesitamos proclamar la gloria de nuestro Padre celestial Ahnsahnghong y de nuestra Madre celestial la Nueva Jerusalén, que han venido a esta tierra como la luz, aun con más fuerza donde las tinieblas cubren a la gente. Si predicamos el evangelio con esa fe, la obra de Dios terminará muy pronto.

Is. 60:21-22 『Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme. El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto.』

Nuestro Dios abrirá rápidamente el corazón de las personas de todo el mundo, a fin de que puedan ser llevados al glorioso futuro. Para el futuro, hoy usemos nuestro tiempo significativamente, guardemos los mandamientos de Dios y pongamos en práctica la voluntad de Dios con todo nuestro corazón, para poder acumular abundantes
bendiciones en el cielo y regresar juntos al reino de los cielos. La bendición de la vida eterna y la bendición de entrar en el cielo serán dadas a todo el pueblo de Dios, pero habrá varios niveles de premios en el cielo; Dios nos premiará a cada uno según nuestras obras.

Dios nos ha prometido ese glorioso futuro que nos está esperando. Anhelando el futuro, esforcémonos hoy por vivir con más fidelidad, con una fe llena de gracia, a fin de ser lo suficientemente dignos para regresar al eterno reino de los cielos, sin que nadie se quede atrás. Hermanos y hermanas de Sion de todo el mundo, deseo que todos se conviertan en grandes profetas y planeen el gran futuro.