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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

La vida de elección

Tomémonos un tiempo para considerar lo bienaventurados que somos de llevar la vida que hemos elegido, de acuerdo a la palabra de Dios en nuestro camino de la fe, a fi n de que podamos ir al cielo, obedeciendo la palabra de Dios y tomando las decisiones que agraden en todo momento al Padre y a la Madre.

Al ver la vida de nuestros antepasados de la fe –desde Moisés, Abraham, Noé, Adán y Eva hasta los discípulos de Jesús como Pedro, Juan y Santiago–, todos ellos vivieron tomando decisiones. Durante el camino del desierto, los israelitas desperdiciaron su tiempo tomando decisiones desfavorables en cada momento de su vida.

Lo mismo sucede con nuestra vida. La vida es una serie de opciones. Cada segundo, cada minuto, nos encontramos en la encrucijada de la vida, tomando decisiones. A través de las enseñanzas de la Biblia, pensemos si estamos llevando una vida recta tomando las decisiones correctas.


La vida de los discípulos que eligieron a Cristo

Nuestra vida es demasiado corta. Parece que fue ayer cuando la gente de todo el mundo se regocijaba, encendiendo fuegos artifi ciales para celebrar el año nuevo. Ahora, el fi n de año está a la vuelta de la esquina. Un año se pasa muy rápido. Así es nuestra vida.

Dios hizo un plan de seis mil años para salvar a toda la humanidad, y dividió seis mil años en tres épocas: la época del Padre, la época del Hijo y la época del Espíritu Santo, para llevar a cabo su obra de salvación. Podemos entrar en el camino de la salvación cuando elijamos vivir de acuerdo a las palabras de la Biblia. Es por esta razón que Dios nos dijo que siempre obedezcamos su palabra.

A través de la Biblia, veamos qué elección hicieron los discípulos cuando Jesús los llamó.

Mt. 4:17-22 “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.”

Pedro, Andrés y Juan se ganaban la vida pescando en el mar de Galilea, todos los días. Un día, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”. Entonces los discípulos respondieron inmediatamente al llamado de Jesús y decidieron seguirlo, dejando todo atrás.

No fue porque Dios nos necesitara, que vino a esta tierra. Él tuvo misericordia de nosotros, los seres humanos, que estábamos sufriendo en este mundo pecador, y vino a salvarnos. Por tanto, cuando Dios nos dice que creamos en Él o que recorramos este camino, no es porque quiera algo de nosotros.

Ya que los discípulos comprendieron esto, respondieron voluntariamente al llamado de Jesús y lo siguieron. Aunque era un camino espinoso en el que había más sufrimientos que gloria, quisieron caminar con Dios y decidieron seguir ese camino. Dejaron sus barcas y redes, las herramientas esenciales que necesitaban para ganarse la vida, y escogieron seguir la voz de Jesús que decía: “Vengan y síganme”. Hicieron la elección correcta. Ellos son los más bienaventurados en la Biblia.

Los discípulos atravesaron muchas dificultades y conflictos en su vida, ¿pero dónde están ahora? No hay duda de que en este momento, Pedro está con Jesús en el reino de los cielos, después de dos mil años. Él debe de estar muy feliz allí, disfrutando de una comodidad inexpresable en los brazos de Dios, y haciendo todo lo que quiere.

Si consideramos esto, comprendemos una vez más que realmente hemos hecho la elección correcta y bendita al recibir al Padre y a la Madre en esta época. Aunque un hombre tenga una posición o un puesto alto en esta tierra, su vida es limitada, no dura para siempre. Sin embargo, las cosas del cielo son eternas: duran por siempre y para siempre. Deseo que todos ustedes hagan la sabia elección de vivir para la eternidad, en lugar de la absurda elección de vivir para el momento.


La elección incorrecta que hizo Judas Iscariote

Para nosotros, el momento de la elección está ocurriendo constantemente. Si hacemos una elección equivocada en este momento, caeremos en un camino irreparable. Entre los doce discípulos de Jesús, solo uno hizo una elección incorrecta.

Mt. 26:14-16 “Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.”

Judas Iscariote eligió treinta monedas de plata, en lugar de elegir a Jesús, y buscó una oportunidad para entregarlo. Al recorrer el camino de la fe, a veces vemos personas pobres y necias que eligen lo incorrecto y pierden la vida eterna y el eterno reino de los cielos.

¡Qué glorioso es ser discípulo de Jesús! Judas Iscariote fue enseñado directamente por Jesús; aprendió y aceptó lo que Jesús hizo y dijo, como uno de sus seguidores más cercanos. Sin embargo, amaba el dinero más que a Jesús. Desde el momento que eligió el dinero, Dios le parecía diferente. A diferencia de otros discípulos como Juan y Pedro, Judas Iscariote no sentía alegría mientras seguía a Jesús; porque no recibía la bienvenida de la gente, ni ganaba popularidad entre ellos, sino que siempre se burlaban de Él como un “hereje”, y lo calumniaban: “¿Cómo puede Él, un simple hombre, ser Dios?” Finalmente hizo la elección equivocada, y más tarde comprendió que lo que había hecho era incorrecto. Sin embargo, no se arrepintió, sino que solo se lamentó. Como resultado, tuvo una muerte miserable.

¿Dónde está Judas Iscariote ahora, después de dos mil años? ¿Qué está haciendo? Debe de estar lamentándose mucho en el lago de fuego que arde con azufre, diciéndose: “¿Por qué lo hice? ¿Por qué elegí lo incorrecto?”

Una vez que pasa el tiempo de la elección, no podemos regresar. En la parábola del rico y Lázaro en Lucas 16, cuando el hombre rico murió y fue al infierno, se lamentó en tormentos, pero no pudo retroceder el tiempo.

Comparen la vida elegida por Judas Iscariote con la vida de Pedro y de otros discípulos que siguieron a Cristo hasta el final. Nuestra vida de la fe también es una serie de elecciones. Guardar el Día de Reposo también es una de nuestras elecciones. Los que obedecen los mandamientos de Dios y guardan la fe, son como Pedro y Juan que siguieron a Jesús inmediatamente cuando les dijo: “Vengan y síganme”. Todos están ocupados y tienen cosas importantes que hacer. Sin embargo, dejando atrás todas estas cosas, hemos elegido ser vestidos con las eternas bendiciones del cielo y la santidad, y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, adorando a Dios en obediencia a su mandamiento: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. Es por esta razón que venimos a Sion y guardamos el Día de Reposo cada semana.

Hoy, como todos los días, hacemos la elección entre las cosas del mundo y las cosas de Dios. No sabemos qué situaciones nos esperan, pero en cualquier situación necesitamos hacer una elección de acuerdo a la voluntad de Dios.


Una elección para el momento y una elección para la eternidad

Cuando Jesús fue colgado en la cruz, había dos ladrones crucificados con Él, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Averigüemos qué elección hicieron en el momento crucial, a través de la siguiente escena de la Biblia.

Lc. 23:39-43 “Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”

Con respecto a estos dos ladrones, el Padre dijo que el ladrón a la izquierda de Jesús pensó en el momento, y que el ladrón a la derecha pensó en la eternidad. El ladrón a la izquierda de Jesús pensaba que si se acomodaba a la opinión de la multitud, podrían guardar su vida. Así, insultó y calumnió a Jesús, diciendo: “¡Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros!”, al igual que las demás personas. Mientras el ladrón a la izquierda de Jesús solo pensaba en el momento, el ladrón a su derecha buscaba la eternidad. Así, se arrepintió de sus pecados y suplicó a Jesús que lo salvara. Como escogió la eternidad, recibió las bendiciones del cielo directamente de Jesús, que le dijo: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Los once discípulos de Jesús también anhelaban la eternidad, incluso en situaciones difíciles. Si ellos hubieran escogido el momento, habrían traicionado a Cristo, aliándose con el mundo, como Judas Iscariote. Sin embargo, ya que escogieron la eternidad, siguieron a Jesús hasta el final en una situación peligrosa cuando el pueblo trataba de apedrearlo hasta la muerte, difamando a Jesús como un nazareno y diciéndole: “Tú, siendo hombre, te haces Dios”.

La vida de la fe que vivimos en esta época, también es algo que solo los que han elegido la eternidad pueden hacer. No hay nadie en Sion que haya elegido el momento. Todos han elegido la eternidad y están anhelando el mundo eterno. Aunque se nos presente la persecución, y otras personas no nos comprendan, podemos correr con fuerza hacia el eterno reino de los cielos porque hemos elegido la eternidad.

2 Co. 4:16-18 “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

Lo que se ve es temporal. Ya que hemos elegido lo que no se ve, lo eterno, estamos esforzándonos por vivir en obediencia a la palabra de Dios. Si eligiéramos el momento, guardaríamos el domingo y la Navidad que son universalmente aceptados entre las personas del mundo. Sin embargo, lo que hemos escogido es la palabra de Dios que está escrita para la eternidad. Es por esta razón que obedecemos y seguimos los mandamientos de Dios, en lugar de los mandamientos de los hombres, y creemos que existe no solo Dios Padre sino también Dios Madre, tal como la Biblia nos enseña.

Ro. 8:12-25 “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. […] El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. […] Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.”

Si escogemos el momento, seremos como Judas Iscariote. Si escogemos la eternidad, seremos como Juan, Pedro y Santiago. Aunque suframos el martirio, podremos tener suficiente fe para seguir constantemente las enseñanzas de Cristo. Necesitamos tener sabiduría para vivir para la eternidad, en lugar de aferrarnos a las cosas de este mundo, que solo duran un corto tiempo y luego desaparecen.


Los que tienen fe, eligen la eternidad

En nuestra vida de la fe, a veces pensamos: “¿Por qué debemos sufrir persecuciones de esta manera?” “¿Por qué el mundo nos da tanto dolor y problemas?” Cada vez que pensamos así, Dios nos pregunta: “¿Qué piensan de mí? ¿Creen que no tengo el poder para detener la persecución?”

Dios es el Todopoderoso que puede hacerlo todo. Él nos puede permitir recibir la gloria y el honor, para ganar popularidad entre la gente y ganar su respeto. Sin embargo, Dios nos hace sufrir no solo los celos y la persecución de la gente del mundo, sino también dificultades y dolores temporales, a fin de darnos el gozo y la felicidad eternos, en lugar de gozo y placer temporales. En pocas palabras, Dios nos permite ser humillados temporalmente en este mundo para hacernos inmortales.

Los que no comprenden este hecho fácilmente, renuncian a seguir el camino de Dios a causa de las dificultades temporales, como Demas. El apóstol Pablo se sintió muy ansioso y afligido cuando Demas, que había predicado el evangelio con él, eligió el momento y volvió su vida en dirección al mundo (2 Ti. 4:10). Para mantener la fe, debemos elegir la eternidad y anhelar las cosas eternas.

He. 10:36-39 “porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

Los que creen y son salvos, tienen algo en común: han elegido la eternidad sin aferrarse a las cosas que solo duran un corto tiempo y luego desaparecen. Por la fe, Moisés rechazó ser llamado hijo de la hija de Faraón. Él prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres del pecado por un corto tiempo. Lo mismo sucedió con Abraham y Noé. Ellos sintieron más alegría y felicidad al elegir vivir para la eternidad. Su elección fue más allá de la comprensión de aquellos que escogieron el momento. Sin embargo, cuando venga el eterno reino de los cielos, todas las personas los reconocerán, diciendo: “¡En verdad ellos son los que han vivido de la manera correcta!” “¡Ellos son los que han hecho la elección correcta!”

El Espíritu y la Esposa, nuestro Padre y nuestra Madre, están llamando a todas las personas del mundo (Ap. 22:17). Ya que hemos venido al Espíritu y la Esposa, hemos aprendido la sabiduría para elegir la eternidad, y no el momento, a través de las enseñanzas de la Biblia. No importa lo que digan los demás, ni qué tipo de elección hagan; necesitamos tener la confianza de que la elección que hemos hecho ahora, es la elección más segura y confiable (Ap. 22:18-19). Hay muchas personas que tratan de engañar a los demás, y también muchas trampas e intrigas al acecho en todo el mundo. No obstante, las enseñanzas de la Biblia siempre nos guían por el camino correcto, y nos ayudan a avanzar hacia la eternidad.

Los que se alejan de la palabra de Dios son tentados constantemente por lo que es temporal y transitorio. Para ellos, la vida de Pedro que sufrió por Cristo, parece miserable, mientras que parece magnífica la vida de los fariseos, los intérpretes de la ley y los sumos sacerdotes que ganaron el favor y el respeto del pueblo en esos días. Sin embargo, no necesitamos envidiarlos en absoluto. La Biblia dice que hasta la tierra es como una gota que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas, ante los ojos de Dios.

Sintámonos orgullosos de nosotros mismos, por haber elegido la eternidad. Existe un mundo más grande, más hermoso y más glorioso para nosotros. Hermanos y hermanas de Sion, corramos con fuerza hacia el eterno reino, imaginando los momentos felices cuando viajemos libremente de estrella a estrella en el universo, hoy a la Osa Mayor y mañana a Orión, de la mano de nuestro Padre y nuestra Madre por los siglos de los siglos.