Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.
Gócense en Dios
Si examinamos cuidadosamente todas las cosas hechas por Dios, podemos comprender que Dios nos concede su gracia abundantemente. A nuestro alrededor hay muchas cosas mediante las cuales podemos sentir gozo y regocijo: el aire fresco, el agua, los pastos verdes, la gente amable, la felicidad del cambio de estación, etc. Por eso la Biblia habla con frecuencia acerca del gozo y la gratitud entre las virtudes que los cristianos deben tener.
Tanto en los países de occidente como en los de oriente, cuando el rey vivía en el palacio o el castillo, se colocaba una bandera especial para indicar la presencia del rey. Estar siempre gozosos como cristianos es como una bandera que indica que Dios permanece en nosotros. Por el contrario, si los cristianos se desesperan y pierden el gozo y la gratitud, y comienzan a quejarse, esto significa que Dios no está con ellos.
En los tiempos del Antiguo Testamento, la columna de nube en el día y la columna de fuego en la noche sobre el Lugar Santísimo, indicaba la presencia de Dios. Ahora, somos comparados con el templo de Dios, así que debemos revelar la presencia de Dios mediante nuestras vidas llenas de gozo.
La razón por la que tenemos que estar siempre gozosos como cristianos
Desde el punto de vista de este mundo, hay ocasiones en las que nos provoca quejarnos, pero desde el punto de vista del espíritu, todas son ocasiones placenteras y gratas. Por eso la Biblia nos dice que nos gocemos siempre en Dios.
1 Ts. 5:14-22 『También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal.』
La razón por la que tenemos que estar siempre gozosos en Dios es que Él está con nosotros, y nos da vida eterna y salvación. Dios nos amó tanto que no escatimó su propia vida por nosotros.
Jn. 3:16-17 『Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.』
¿Cuánto habrá amado Dios al mundo, que no escatimó a su único hijo, sino que lo envió como un sacrificio por el pecado de este mundo? Hemos recibido amor y bendición sobreabundantes de Dios; este solo hecho es suficiente para que estemos gozosos cada
día sin ninguna queja.
Cuando miramos en la naturaleza creada por Dios, podemos reconocer su inmenso cuidado y amor por nosotros, que estamos viviendo en la ciudad de refugio. Si comprendemos el gran amor de Dios, podemos estar gozosos y agradecidos con Dios en cualquier circunstancia. Siempre debemos dar gracias a Dios por habitar en nosotros, permitiéndonos el derecho de ser hijos de Dios y dándonos la esperanza en el cielo, en lugar de llenar el resto de nuestras vidas con murmuraciones y quejas sin encontrar las miles de gracias que Dios está concediéndonos.
Hab. 3:16-18 『[…] Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.』
Qué felices y agradecidos estamos porque Dios está siempre con nosotros, nos ama y nos protege, aunque no tenemos fuerzas, conocimiento ni riquezas. Somos los más ricos y felices del mundo, pues Dios, el Dueño del universo, está con nosotros y nos permite el tesoro celestial, aunque no tenemos mucho ni tenemos una buena posición en esta tierra.
Si somos verdaderos cristianos, siempre debemos agitar la bandera del gozo como señal de que Dios está en nosotros. Cuando olvidamos el hecho de que Dios está con nosotros, el gozo desaparece y podríamos quejarnos. Dios nos ama y nos cuida día y noche, aunque no haya uvas en nuestras vides, ni vacas en nuestros corrales, y nuestros campos no produzcan alimentos. Nosotros, los hijos de Dios, tenemos que comprender el amor de Dios y llevar una vida gozosa y agradecida en cualquier circunstancia.
La comida más deliciosa del mundo
Hace mucho tiempo vivía un rey. Un día, el rey anunció que premiaría a aquel que le hiciera probar la comida más deliciosa del mundo, otorgándole la mitad de su país. Numerosos cocineros de todo el reino se reunieron y presentaron su mejor comida delante del rey. No obstante, ninguna comida satisfizo al rey.
Entonces un cocinero vino al rey y dijo:
—Su majestad, prepararé la comida más deliciosa para usted. Pero hay algo que usted necesita hacer si desea probar esta comida. ¿Está dispuesto a hacerlo?
—Haré lo que sea con tal de comer la comida más deliciosa del mundo.
Al escuchar la aprobación del rey, el cocinero ordenó a los guardias que estaban a su lado, que apresaran al rey. El rey tenía que obedecer la orden, pues había aceptado hacer cualquier cosa que el cocinero le pidiera, por excesiva que esta fuera. El rey pasó hambre durante unos días en prisión.
Después de eso, el cocinero le sirvió al rey la comida que había preparado. El rey lo felicitó, diciéndole que era la comida más deliciosa que había probado, aunque más bien parecía un plato común y corriente, comparado con su mesa real cotidiana. Desde su nacimiento hasta ese momento, había probado toda clase de delicias, sin sentir hambre nunca. Solo después de haber experimentado el hambre en prisión, pudo conocer el valor de la comida y sentir su verdadero sabor.
Por la misma razón, muchas veces Dios nos permite atravesar momentos difíciles y experimentar muchos sentimientos en la vida: gozo, ira, aflicción y placer. Así como el rey era incapaz de entender el valor de la comida y su verdadero sabor cuando se deleitaba con las mejores comidas, del mismo modo si nosotros estamos siempre gozosos y felices todo el tiempo, no podemos comprender cuán benditos somos y cuán generoso es Dios por permitirnos una vida feliz.
El gozo que produce un día limpio y claro es doble, porque existe también un día oscuro y nublado. De la misma manera, llegamos a entender el pacífico gozo mediante las tribulaciones y persecuciones en nuestra vida de la fe. A través de los trabajos que experimentamos al recorrer el camino del evangelio, Dios nos permite el gozo del eterno reposo; y por medio de las enfermedades y la muerte, nos permite el gozo de la salud y la vida eterna. Si comprendemos esta voluntad de Dios, nos sentiremos gozosos y agradecidos en cualquier circunstancia.
Bendición y gozo después del proceso de refinamiento
Al caminar en el desierto de la fe, enfrentamos muchos obstáculos. Pero si abrimos nuestros ojos espirituales y miramos más allá de estas cosas, pronto nos damos cuenta de que tenemos que dar gracias por todo.
A veces Dios nos refina con tareas duras y dolorosas, porque espera que nazcamos de nuevo como nuevos seres perfectos que heredarán el reino celestial. Si consideramos esta providencia de Dios, podemos darnos cuenta de que las tribulaciones y sufrimientos que enfrentamos, son el amor de Dios que nos quiere dar bendición y salvación.
Ro. 8:16-18 『El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.』
Dios se siente abatido cuando somos ridiculizados y despreciados por predicar el evangelio. Sin embargo, espera a que nuestra fe sea refinada y brille como el oro puro, mediante las aflicciones. Esto es porque los sufrimientos que padecemos en esta tierra, no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse en el cielo. Nuestros sufrimientos presentes son temporales, pero la gloria que Dios nos dará en el cielo es eterna (ref. Dn. 7:18).
Soportemos los temporales procesos de refinamiento y no olvidemos el verdadero amor de Dios que usa las tribulaciones para guiarnos al eterno reino de los cielos. Nuestros sufrimientos presentes no son nada, comparados con el dolor y el sacrificio que Dios soporta para nuestra salvación. Cuando pensamos en el amor sacrificado de Dios que descendió a esta tierra dejando atrás el glorioso trono, y en el sufrimiento de la cruz hasta la muerte, difícilmente podríamos agradecer lo suficiente a Dios, aunque lo intentemos eternamente.
Una vida digna de un cristiano
Comparado con el amor de Dios, que lleva las aflicciones y sacrificios para nuestra salvación, nuestros esfuerzos por agradarlo son muy pequeños.
No importa qué tan profundamente pensemos en retribuir a Dios su gracia, pues no hay nada especial que nosotros, simples hombres, podamos ofrecerle; más bien solo le damos aflicciones y dolor en esta tierra. La mayor recompensa que podríamos darle sería despojarnos de nuestra naturaleza pecadora y transformarnos en hermosos ángeles, encontrando a todos nuestros hermanos y hermanas perdidos tan pronto como sea posible.
Col. 3:1-10 『Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,』
Aunque hemos murmurado y nos hemos quejado en el pasado, ahora tenemos que perseguir y admirar las cosas de arriba, como nuevas criaturas en Dios, y practicar el amor fraternal que Dios desea que practiquemos. Es natural que mostremos la gloria de Dios a través de nuestras buenas obras y hermosas actitudes, si somos verdaderos cristianos en quienes Dios mora.
Ef. 5:1-17 『Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, […] ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.』
No olvidemos la existencia de Dios, quien siempre está con nosotros y obra en nosotros, comprendiendo por qué Él nos dijo que estemos gozosos y agradecidos.
No hay dolor, ni aflicción ni sufrimiento en el hogar al que regresaremos. Venzamos todas las dificultades y aflicciones, entendiendo la providencia de Dios, quien quiere que participemos en la gloria y las bendiciones del cielo, y que nuestro gozo sea completo. Conservemos los mandamientos de Dios que se nos han confiado, y cosechemos con cánticos de gozo aun en las pruebas, agitando la bandera del gozo, que indica que Dios está en nosotros.